Cuando llegamos a clase nos encontramos con una fatídica sorpresa, ARAÑA VERDE, había fallecido. Desconocíamos la hora, los motivos... habíamos hecho agujeros en la tapa del tarro, así que respirar sí que podía. Llegamos a la conclusión de que había sido porque se había quedado atrapada en una miguita muy muy pequeña de pan duro o porque no le habíamos dado bien de comer. Las dos hormigas que habíamos metido en el tarro muertas seguían allí.
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